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La Pasión

Desde Pilo Obando hasta Shirley Cruz

Por: Guadalupe Vargas Díaz


Fotografía: Adriana Sánchez.

Adriana Sánchez publicó en el 2016 el libro La Pasión de la mano de la Editorial Germinal, ella es filóloga propietaria y chef del restaurante Manos en la Masa. En cuanto a La Pasión, este libro aborda el fútbol desde una perspectiva íntima, punzante y sincera, que surge a partir de la visión de una niña generaleña que veía los partidos en la sala de su casa, junto a su padre, hasta convertirse en una teórica del universo futbolístico. Es así como en este texto confluyen la experiencia subjetiva del fútbol y los alcances de este deporte en la vivencia feminista, en un contexto convulso y deslumbrante que es atravesado por las prácticas sociales como el fútbol. Debo decir que el texto y la conversación que pude tener con Adriana me parecen, por decir poco, pertinentes y fascinantes, ya que este texto se presenta más que como un ejercicio académico, como una travesía por el deporte que trasciende los televisores y los estadios para convertirse en vida y pasión.


¿Cómo fue el proceso de escritura de La Pasión, ya que este libro surge de los textos que usted publicaba en su blog?

Yo comencé a escribir La Pasión cuando comencé a escribir crónica, de hecho el texto que le da el nombre al libro es el primer texto de fútbol que yo escribí en la vida y un texto fundacional porque La Pasión, si bien es un libro de fútbol, es más una especie de intento de narrar una relación atípica entre una hija y un padre, en este caso son textos muy vivenciales, somos mi papá y yo los que estamos ahí. Mi papá está un poco enfermo desde hace varios años, yo de verdad no quería esperarme a que mi papá no esté para escribir ese libro, entonces ese texto que se llama “La Pasión”, en el que yo cuento el día exacto en el que me empezó a gustar el fútbol, es el primero que escribí, lo publiqué en mi blog en el año 2012. Después comencé a escribir en la revista Paquidermo. Escribí varios textos sobre esa otra cosa que también es el fútbol, de la que habla Luis Chávez mucho, que es toda la fenomenología social que está alrededor de este deporte que es hegemónico por definición, en el que se construye desde lo simbólico esa cosa que representa la conquista, la dominación, es llegar a un espacio, un ejército; es decir, yo voy con este equipo de guerreros, tenemos una lucha cuerpo a cuerpo en un espacio cerrado que es un territorio de guerra. Todo la dinámica de la narrativa está muy relacionada con la conquista del espacio.


Entonces, a mí ya me había gustado el tema desde antes, yo soy filóloga, y lo trabajé en análisis del discurso, ahí analizaba el lenguaje de los narradores y comentaristas deportivos. O sea, el fútbol es tan hegemónico que le decimos “comentarista deportivo” al comentarista de fútbol, cuando decimos “comentarista deportivo” yo entiendo que estamos hablando de alguien que habla de fútbol y no alguien que habla de surf, de jiu-jitsu o de boxeo. Estamos hablando de fútbol siempre en todos los casos.


Yo comencé a escribir en Paquidermo unos textos sobre ese tema, como la fenomenología que está detrás de todo este discurso hegemónico del fútbol que se construye desde un entendido de la masculinidad fija, desde una masculinidad que es hegemónica también. Entonces vos ves que si los jugadores se dan un beso en la cancha para celebrar un gol, los comentaristas deportivos de inmediato dicen “ no, eso no está bien.”, o “no, no, eso no me parece”. Todas las cosas de hombres y todas las licencias están en el fútbol, que es un espacio tan sagrado e históricamente ocupado por lo masculino y por la masculinidad, precisamente porque ahí entra en juego el espacio carnavalesco del que habla Bajtin, el espacio en el que yo puedo ser otro, el lugar en el que puedo ser “maricón”, en el que puedo llorar, en el que puedo gritar, en el que le puedo agarrar las nalgas a los compañeros, en el que el homoerotismo implícito en las relaciones masculinas tiene un espacio de permisividad; o sea, yo en las duchas con mis compañeros estoy sudado, estoy chingo, me restriego, nos tocamos, hacemos bromas, y eso está permitido. Pero hay otros espacios en los que no está permitido.


Adriana nos comentó sobre el trabajo que realiza el gimnasio con jóvenes en vulnerabilidad social al brindarles entrenamiento completo en algún arte marcial. Fotografía: Guillermo Oro Gutiérrez.

Entonces el oficio de la narrativa o crónica futbolística se convierte en un oficio súper hiperbólico. Nosotros hacemos uso de muchos recursos lingüísticos para atraer a la gente hacia el fútbol y, en ese sentido, se acerca mucho a la épica, a la épica estricta, griega. Cuando yo escribí los textos del Mundial de Brasil eso fue precisamente lo que traté de hacer. No fue gratuito, o sea nosotros teníamos un equipo que estaba en un contexto muy particular: Costa Rica clasifica al mundial, es el sorteo de los grupos y nos fue como un culo, todo el mundo dijo “nos devolvemos de inmediato, vamos a perder todos y cada uno de los partidos”. A partir de ahí tuve la oportunidad, yo le agradezco mucho a esta Sele, porque me dio muchos elementos de escritura que hicieron que el proceso fuera muy sencillo. Yo hice crónica de todos los partidos de la selección en el mundial y, cuando ya la Sele se vino, seguí haciendo la crónica también porque había otros partidos y equipos que me interesaban. Cuando esos textos ya estaban ahí como escritos publicados en diferentes lugares, Paquidermo los tomaba y lo publicaba y yo los estaba publicando en Medium, apareció Juan Hernández, el editor de la ahora extinta Editorial Germinal, y el mae me cuenta: “bueno, es que yo tengo este proyecto para la feria del libro del otro año quiero publicar a ciertas personas que están escribiendo sobre este y este tema, y yo quiero publicar un libro de fútbol, quiero que editemos un libro de fútbol”. Entonces, retomamos todo lo que yo ya tenía escrito, Juan lo amasó, lo editó, lo ordenó, y a partir de lo que teníamos ahí compilado el mae me dijo que teníamos varios huecos en la narrativa, entonces fuimos terminando de construir algo un poco más cerrado que lo que se terminó convirtiendo en La Pasión. Es un proceso largo, jamás fue mi intención que ese fuera el primer libro que yo iba a publicar, nunca me pasó por la cabeza que el primer libro que yo iba a publicar fuera un libro de fútbol.


Ahora, en este libro confluyen en cierta forma la crónica, como usted venía diciendo, y también la biografía, entonces, ¿por qué esta pluralidad de géneros literarios, y en qué contribuye?

En realidad ya esa intencionalidad existía y creo que mucho de eso reviste en una gran importancia desde el ejercicio feminista de la ocupación del espacio porque yo soy mujer y el fútbol es un territorio que nos es vedado, podemos entrar a ser la chica bonita medio en tetas a la que se le hace una toma close up en el estadio o ser la invitada de los comentaristas deportivos que está ahí en mini falda y no sabe nada de fútbol o la mae revisa los comentarios en Twitter, por lo que no hay expertise femenina dentro de la narrativa futbolística, esto pasaba así quizás cuando yo comencé a problematizar sobre el tema, 2008- 2009, ahora, afortunadamente, hay muchas mujeres hablando de fútbol en la televisión y hay mujeres en la radio, en Colombia, en México, o sea cada vez son más y cada vez hablan con más propiedad.


Un ejemplo de estas mujeres es Adriana Durán

Adri fue la primera en hacer esa ocupación espacial, ella igualmente era “La flor de la gramilla” una experta en fútbol, a ver, quién le va a a decir La flor de la gramilla a Everardo Herrera (risas de la entrevistadora), nadie le va a decir así. Acá a mí me pareció interesante, por ejemplo, Leonora Jiménez, quien fue a Sudáfrica como comentarista invitada en el canal 7 en el panel de expertos, ella se esforzó un montón pero siempre era esta imagen de la chica que está ahí como un accesorio, las mujeres somos accesorios en el fútbol, tanto así que nuestra historia está borroneada, por ejemplo, la abuela de un amigo muy querido, Diego Van der Laat que también es escritor, Mamá Dora (Dora Bonilla) fue una de las primeras seleccionadas nacionales en los años cincuenta, salía del país a jugar; es decir, las mujeres jugaban fútbol en Costa Rica en los cincuentas, tenían una selección nacional y salían del país a jugar, nadie habla de eso y hay algunas que están todavía con vida.


Adriana Sánchez en el gimnasio Athletic Advance en San Pedro. Fotografía: Guillermo Oro Gutiérrez.

Shirley Cruz, ha hecho fuera de Costa Rica cosas que ningún jugador hombre ha hecho nunca, ha sido varias veces campeona de la Champions, la mae salió de aquí a triunfar, ha hecho cosas que Keylor Navas no ha hecho todavía, tiene medallas y en su currículum checks que Keylor todavía no tiene y hace unos años un medio escribió sobre ella diciendo que la mae era “la Keylor Navas del fútbol femenino”, es que no tenemos referentes, de verdad, y necesitamos construir esos referentes porque si no tenemos referentes no nos la vamos a creer nunca, las mujeres no nos creemos las cosas porque no hay otras mujeres mujeres haciéndolas, entonces en el fondo nos sentimos impostoras, sentimos que si bien estamos haciendo algo y lo hacemos medianamente bien en algún momento alguien se va a dar cuenta que somos una farsa y entonces nos van a cuestionar y nos vana a basurear porque además nosotras para probar que somos buenas en algo tenemos que trabajar el doble, es un asunto cultural de esta hegemonía que está muy fija, entonces para mí la relación con el fútbol y narrar esta relación es parte de un ejercicio feminista de denuncia.


¿Qué opina respecto a la incorporación o no incorporación de temas populares en el mundo académico y su producción?

Yo creo que siguen siendo las artes menores, por ejemplo, la crónica de lo popular. Y vos lo ves con el fútbol, con otros deportes también la gente que escribe sobre boxeo o la gente que escribe sobre MMA, es una cosa sobre la que problematiza mucho la intelectualidad porque se ocupa de varas que son muy densas y muy heavy porque nosotros no tenemos una producción estética sobre la masculinidad; es decir, la intelectualidad masculina no le ha dedicado a la producción de masculinidad lo que las feministas le hemos dedicado a la producción sobre femineidad y sobre lo que es ser mujer y significa ser mujer en este mundo. entonces la problematización que hace la intelectualidad sobre los deportes de contacto; siendo el fútbol un deporte de contacto también, es un deporte que puede ser violento, es una producción que deslegitima, que parte de que vos sos un bárbaro y de que la expresión cultural sobre la que vos estás produciendo es una expresión de la barbarie.


Ahora he estado escribiendo más sobre ese tema, sobre expresiones de las masculinidades como parte de un proyecto más grande en el que estoy trabajando y me encuentro con que la intelectualidad tiene un desprecio manifiesto por lo físico, un divorcio entre la cabeza y el cuerpo, eso es algo que en un espacio como este (gimnasio Athletic Advance) en donde hay gente que viene a pelear y a formarse físicamente; ese divorcio no existe aquí.


A los intelectuales nos cuesta un mundo reparar el divorcio entre el cuerpo y la mente, sobre todo esto se nos ha cobrado a las mujeres, o sea si yo soy una intelectual feminista tengo una serie de obligaciones impuestas que rayan en lo absurdo: yo no me debo maquillar, no debe usar zapatos de tacón, jamás debo ir ir al gimnasio, si me pongo implantes de algún tipo o mi cuerpo sufre una intervención estética, eso me deslegitima. Ahora la gente se pregunta por el gane de Trump y es que hay una masa gigantesca de gente súper ignorante que afirma que su ignorancia es tan relevante e importante como mi conocimiento, pero nosotros no logramos sacar el conocimiento de la academia, por eso es muy pertinente hacer producción epistemológica desde la experiencia vivencial, desde la ocupación del espacio debemos correr ese velo del prejuicio.

Este enojo de las masas, el anti intelectualismo es una de las respuestas a una incapacidad de nosotros como élite de entender nuestros privilegios, nos cuesta interseccionalizarlos, ese resentimiento y crítica creo que nace ahí, eso es lo que nos tiene eligiendo a Donald Trump de presidente, me parece vital que le demos el respeto y la importancia a las expresiones de la cultura popular, a todas: al reguetón, al dancehall, al boxeo, a la lucha libre, al roller derby, o sea, salir de la academia, ver un poco más allá de la punta de la nariz y ver lo que está haciendo la gente en la calle, qué les gusta, qué música oyen, a cuáles bares van; es decir, cuando hablamos de educación sexual y su pertinencia, para quién es pertinente eso, de cuáles chicas en riesgo de embarazo y de dejar los estudios estamos hablando, quiénes son ellas. Para la intelectualidad, la marginalidad y la pobreza son un territorio de culpa, los vemos con un asombro, una cosa que está ahí fija y de la que nos encanta hablar, pero nos dan asco los pobres, la comida que comen, la música que oyen, la ropa que se ponen; o sea yo he escuchado a personas súper inteligentes referirse a una chica que baila reguetón como “tierrosa”, con todo el clasismo que reviste una expresión así y que vos seás incapaz de revisarte el privilegio, seas hombre o mujer, a mí me parece que es lo que nos tiene en la mierda, la incapacidad de empatía.


En la visita del teórico futbolístico Juan Villoro a la Feria Internacional del Libro en el 2017, ustedes mantuvieron una conversación y uno de los temas fue la figura del narrador futbolístico, ¿cómo cree que estas narraciones, que Villoro califica como épicas, se asemejan a la literatura?

Es que son literatura porque el oficio de la narración futbolística nace en un momento en que viene a llenar una necesidad, no hay televisión, lo que hay es radio. Estos maes en los años treinta o cuarenta narran partidos que no han visto, no los vieron, y si lo buscás en Youtube hay de estos audios impresionantes de grandes narradores argentinos, de gente que en realidad hizo carrera narrando partidos de fútbol, lo que los maes narran es una vara épica y es un ejercicio de hiperbolización y de utilizar todas las herramientas de la literatura, las figuras literarias que tengás a la mano para que la gente se identifique, es una de las maneras de comunicación empática más efectivas que hay, si la gente que comunica tratara de hacer ese ejercicio de imaginar lo que están viendo, sin verlo, tratar de hacer llegar ese sentimiento, esa sensación de la narrativa a un público que tampoco está viendo y yo lo estoy narrando, nosotros tendríamos mejores herramientas de comunicación en este momento.


Cuando vos escuchás a Pilo Obando narrando el gol de Medford, eso es un sonido ambiente de la cultura popular costarricense que a quienes nos identificamos con el fenómeno, nos para los pelos, o sea yo pienso en eso y se me paran los pelos, “Medford, Medford; Medford, Medford” eso es todo lo que dice y es increíble, es una manera muy efectiva de hacer la transmisión de una sensación, de construirla y transmitirla, que mucha gente que se dedica a la escritura no tiene...


Fotografía: Laura Pardo.

Vos estás atento al momento del milagro en el que sucede una vara que se escapa de las palabras, un golazo, un México 86 en donde Argentina le da la vuelta al marcador en el momento en el que todo el mundo pensaba que eso no iba a pasar, Costa Rica ganándole a Escocia en Italia 90; Costa Rica ganándole a Uruguay en Brasil, a Italia; son cosas que revisten una magia, creo también que la crónica futbolística nació y es por naturaleza latinoamericana. Nosotros tenemos muchos elementos para narrar desde lo mágico.


¿Qué opina usted de la relación entre fútbol y política? Pensemos, por ejemplo, en la anterior campaña política en la que el candidato Fabricio Alvarado utilizó a futbolistas en su publicidad.

Las figuras públicas son seres humanos que creen en cosas, si vos ya construiste una plataforma sobre tu persona, podés tener derecho de hacer con tu figura pública lo que te dé la gana, no tenés ninguna responsabilidad social para con ningún grupo en particular, si vos creés que Fabricio Alvarado es una persona que puede liderar el país y querés hacerle proselitismo estás en tu completa libertad, yo digamos entiendo, por ejemplo, que haya una cláusula en el contrato de Keylor Navas en el Real Madrid que le impida a él hablar de política porque él es una figura pública que tiene muchos mecanismos de control a su alrededor; por otra parte, me parece muy respetable también la posición de Bryan Ruíz de decir: “nosotros no deberíamos de estar hablándole de esto a la gente, esa es una decisión que cada quien toma”.


O sea mi opinión es que a mí qué me importa, básicamente, a mí no me importa en lo más mínimo, no siento ningún tipo de decepción por una figura que utiliza su plataforma pública para esto.


¿Italia 90 o Brasil 2014?

Italia 90 sin dudarlo porque es el nacimiento del fútbol costarricense. Lo que pasó en Brasil no deja de tener méritos, pero con todos los recursos que tienen, todos los jugadores que ahora están jugando afuera y toda la mediatización, nosotros no podemos tener una selección que pueda darse el lujo de hacer estos milagros, y es muy bonito, yo la pasé muy bien, me emocioné, pero o sea estamos hablando de maes que no tenían zapatos para ir a jugar al Mundial, de maes que no tenían uniforme y al final de los partidos la gente se intercambiaban camisetas y cuando los maes se intercambiaron las primeras camisetas el asistente técnico tuvo que ir al camerino a pedirle a la gente que había intercambiado camisetas con los ticos que por favor las devolviera, o sea estos maes fueron ahí sin nada, no llevaban ni mierda. Lo único que llevaban era la mentalidad de que nada es imposible, estos maes eran David contra Goliat.

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