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Salud mental (parte 1)

Foto del escritor: Edito EstudiantilEdito Estudiantil

Más allá de enfermedades o trastornos mentales

Por: Karol Castro Ureña.


El equilibrio en la respuesta que damos a las exigencias de nuestro entorno y la autorregulación de nuestras emociones son aspectos que permiten comprender la salud mental, explica psicóloga de la OBS.


Plano general de la entrada la Facultad de Ciencias Sociales, donde varias personas entran y salen. A la izquierda se observa las banderas de Costa Rica y Universidad de Costa Rica. Al fondo a la derecha se observa la escultura de un puño.
Fotografía con fines ilustrativos [Melissa Barboza]

Un deficiente manejo de las emociones y desarrollo de habilidades para la vida pueden ser factores que influyen en el desarrollo de la salud mental de las personas. Pero ¿qué entendemos por salud mental?


Lo más frecuente es relacionar el concepto con su contraparte, es decir, las enfermedades o trastornos mentales. Así, la idea general es creer que estar sano “mentalmente” es equivalente a la ausencia de depresión, ansiedad o emociones que se consideran negativas como la tristeza o el enojo.


Sin embargo, tanto en el campo académico como en el de atención y promoción de la salud, se ha hecho necesario brindar un nuevo enfoque sobre el concepto de salud mental, ya que se encuentra en estrecha relación con la salud en general, y la idea de “bienestar” es muy amplia y subjetiva.


“A un nivel de política pública, la salud mental sigue siendo definida como un proceso de bienestar y de desempeño personal relacionado a mi autorrealización, autoestima y autonomía. En general, es la capacidad de responder a las demandas que me presenta el entorno (a nivel familiar, comunitario, académico y laboral), y la idea es que yo sienta que esas cosas las estoy disfrutando”, explicó Cynthia Córdoba López, coordinadora del Área de Psicología de la Oficina de Bienestar y Salud (OBS) de la Universidad de Costa Rica.


Para Córdoba, la salud mental implica un proceso continuo “donde yo voy a poder autorregularme para responder a las demandas del entorno. Se trata de encontrar equilibrio en todos los sentidos y esferas de la vida. Al igual que uno regula la comida y el ejercicio, se deben regular las emociones”.


Determinantes de la salud mental

De acuerdo con la psicóloga, existe una serie de elementos que determinan la salud mental de las personas. Estos dependen de las características biológicas (relacionadas a enfermedades hereditarias, por ejemplo), del ambiente (entornos inmediatos, como el hogar) y elementos sociales (como la estabilidad económica de una región o país y la cultura).


Es por eso que cuando se habla de la salud mental y vida universitaria, se debe tomar en cuenta que cada uno de los y las estudiantes que ingresa posee una historia diferente, donde alguno de los determinantes señalados arriba puede representar una vulnerabilidad.


“¿Qué puede influir en la salud mental de un estudiante universitario? Influye todo. La universidad es tan sólo uno de los factores que cada estudiante enfrenta como realidad. Es un cambio importante y, en general, sí hay una crisis adaptativa (que no es una enfermedad), pero mucho depende de cómo venga la persona de sus entornos anteriores”, comentó la especialista Córdoba.


De allí la importancia de valorar cuáles pueden ser algunas de nuestras vulnerabilidades y entender cómo varios determinantes interactúan entre sí.


“Si crecí en estabilidad económica, mi historia no es la misma que si hubiera crecido en un entorno inestable económicamente. Eso no significa que yo tenga más probabilidades de enfermar porque soy inestable, más bien puede ser que eso generó en mí mucha resiliencia y ahora cuento con una respuesta súper adaptativa. La idea es que podamos ver todos los componentes en interacción”, agregó la psicóloga.


En la población estudiantil la autoexigencia puede ser una vulnerabilidad, al generar estrés y ansiedad en las personas que no logran ver con claridad cuáles son sus capacidades para responder a todas las actividades y objetivos que se plantean.


Emociones y habilidades para la vida

De acuerdo con Córdoba, otros factores que influyen en el bienestar “mental” de las personas es que no hemos sido educados para relacionarnos con nuestras emociones.


“Creemos que salud mental es sólo bienestar y alegría, y no estamos siendo educados para comprender que no hay nada malo con estar un día triste o sentirme enojada. Lo que yo debo canalizar es la manera en que yo regulo o no esas emociones. Cuando uno no quiere experimentar algo y lo reprime, se va acumulando y luego es como abrir la Caja de Pandora”.


La psicóloga explica que a nivel social se nos venden ideas “relativamente falsas de bienestar, donde influyen mucho las redes sociales. Posteamos sólo las cosas que son buenas y evitamos las que no nos agradan tanto”. A esto se le suma la inmediatez que nos ofrece la tecnología para resolver problemas.


“Las personas quieren todo de forma inmediata, y cuando no lo consiguen se frustran. Eso hace que no tengamos la capacidad de desarrollar un músculo de tolerancia a la frustración”, añadió Córdoba.


Además de la deficiente educación emocional, también hace falta potenciar habilidades para la vida (como el autoconocimiento y la empatía) y el desarrollar redes de apoyo entre estudiantes para fortalecer nuestra capacidad de intimar con otros.

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