El cuido de la salud mental es responsabilidad de cada persona, ¿qué puedo hacer por mí?
Por: Karol Castro Ureña.
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La Psiquiatría y la Psicología contribuyen a la atención de la salud mental, pero esta involucra variables que dependen de cada individuo, como los hábitos y prácticas cotidianas.
Entender la salud mental como un concepto integral es el primer paso para realizar cambios positivos en pro de la misma. Esto implica comprender que el aspecto mental no se puede desligar del bienestar físico, ni de la importancia de entornos sanos y adecuados para el desarrollo de las personas.
Cuando se habla sobre buenas prácticas para beneficiar nuestra salud mental, las recomendaciones siempre son similares: hacer un mínimo de actividad física (desde caminar por el barrio hasta ir a un gimnasio, dependiendo de nuestras posibilidades), comer de forma saludable y dormir entre 6-8 horas. Sin embargo, el estudiantado suele enumerar el estrés, la mala alimentación (no sólo en la calidad de los alimentos, sino el desfase entre tiempos de comida), poco sueño (y de mala calidad), y poco tiempo para hacer ejercicio entre los factores que afectan su salud mental.
Para Cynthia Córdoba López, coordinadora del Área de Psicología de la OBS, se trata de una situación similar a la de cuando trabajan con el tema del VIH: “científicamente se ha comprobado cómo influyen el sueño, la comida y la actividad física en nuestro estado de ánimo. Los chicos tienen un montón de conocimiento, pero las prácticas son todas contradictorias”.
Antes de comenzar a hablar de hábitos, la psicóloga considera que uno de los elementos más importantes para procurar nuestro bienestar es entender que nosotros somos responsables de nosotros mismos.
“Todos tenemos una idea instintiva de qué es cuidar. Debemos pensar: ‘Si yo cuidara a otra persona de esta manera, ¿qué está pasando que no logro cuidarme a mí mismo? ¿Cuáles son las cosas de calidad que yo merezco?’”.
En busca de ayuda
Es importante reconocer cuándo necesitamos algo que no podemos proveernos nosotros mismos. Al igual que cuando una persona se enferma físicamente y busca al personal médico, se deben buscar profesionales cuando se trata de salud mental.
Dentro del campus universitario, la comunidad estudiantil cuenta con la posibilidad de acercarse a la Oficina de Orientación, que dispone de los Centros de Asesoría y Servicios a Estudiantes (CASE), así como el CASED (Centro de Asesoría y Servicios para Estudiantes con Discapacidad), o puede visitar el área de medicina de la Oficina de Bienestar y Salud (OBS), donde según el caso, se refiere a las personas a los servicios de psiquiatría o psicología.
Por otro lado, también existen personas que no esperan a estar enfermas para realizar acciones para cuidar su salud, y esa es la idea general alrededor de la creación de buenos hábitos y habilidades para enfrentar la vida.
Entre las competencias psicosociales que define la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentran: el autoconocimiento, la empatía, la comunicación asertiva, las relaciones interpersonales (para interactuar de forma positiva las demás personas), capacidad para tomar decisiones, solución de problemas y conflictos, pensamientos creativo y crítico, el manejo de emociones y sentimientos, de la tensión y el estrés.
Dentro de la universidad algunas unidades suelen ofrecer talleres que pueden ayudar al desarrollo de algunas de esas habilidades, como el Programa de Liderazgo.
Desde las asociaciones estudiantiles también se ha incentivado que las mismas escuelas comiencen a considerar la salud mental de los estudiantes y han logrado que se brinde talleres sobre el manejo del tiempo u otros espacios que permitan a las y los estudiantes distraerse durante el semestre, tal es el caso de la Escuela de Ciencias de Comunicación Colectiva.
Autocuidado
Estas son algunas recomendaciones generales de la Unidad de Promoción de la Salud y la Oficina de Bienestar y salud que pueden contribuir a mejorar nuestro bienestar:
¿Cómo puedo optimizar el uso de mi tiempo?
Planificar nuestro día al comenzarlo.
Focalizar nuestros objetivos a corto y medio plazo.
Establecer prioridades claras.
¿Cómo comenzar? Haciéndolo, es decir, dejar de pensar en lo que debemos hacer y, de hecho, hacerlo. (do it meme)
Asumir los grandes retos como secuencias de pequeños pasos.
Delegar responsabilidades.
Aprender a decir NO a los compromisos que no se pueden cumplir.
Hacer bien y pronto lo que se puede hacer y olvidar por completo de lo que no se puede. No preocuparnos por cosas que no podemos controlar.
Dedicar tiempo a la familia y amistades, desconectando las obligaciones.
Durante la semana dedicar tiempo para descansar y realizar actividades que nos gustan sin remordimientos.
¿Cómo puedo mejorar mi alimentación?
Planificar las comidas: hacer un menú semanal que contemple cinco comidas al día (tres principales y dos meriendas).
¡Hacer un menú facilita realizar las compras!
Planear de antemano comida que pueda estar lista durante la semana para cuando no tengamos tiempo de cocinar.
Planificar el horario de comidas de acuerdo al horario de clase ¿qué puedo comer en 20 minutos? ¿Estoy en un aula donde puedo comer mi merienda? ¿Qué puedo hacer para no pasar hambre?
Incluir vegetales (existen otros además de la lechuga…) y frutas en las comidas, así como grasas saludables.
Llevar nuestra botella para tomar al menos dos litros de agua.
Evitar los alimentos y bebidas procesadas, con altos niveles de azúcar, sodio, grasas saturadas y harinas refinadas.
Llevar nuestra propia comida y evitar comer en lugares de comida rápida (beneficia nuestra salud y nuestro bolsillo).
¿Cómo puedo asegurar la calidad de mi sueño?
Establecer una rutina antes de dormir, para que el cuerpo sepa que ya es tiempo de descansar.
Evitar las luces blancas y azules antes de acostarse (como las pantallas de las computadoras y teléfonos móviles).
Realizar actividad física antes de dormir puede ser contraproducente e impedir que conciliemos el sueño, pero durante el día puede ayudarnos a la hora de ir a la cama.
No preocuparnos tanto por la cantidad de horas que dormimos, sino por la calidad de nuestro sueño.
Si tenemos posibilidad de tomar una siesta (de unos 15 minutos) después del almuerzo o a media tarde, eso puede ayudarnos a sentirnos con más fuerzas para enfrentar el resto del día.
No ir a la cama con hambre, ni con el estómago demasiado lleno.
Regular el consumo de cafeína u otros estimulantes durante el día, porque tardan varias horas en desaparecer del cuerpo.
No ir a la cama con preocupaciones: tomar nota de las cosas que necesitamos resolver y dejarlas para el día siguiente.
Si no podemos dormir inmediatamente y damos muchas vueltas en la cama, podemos leer o realizar alguna otra actividad relajante y después de un rato, intentar dormir de nuevo.
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