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La clandestinidad del derecho a decidir

Actualizado: 2 feb 2019

Caracterización del aborto inducido en el Gran Área Metropolitana en Costa Rica

 

Nota del Editor: Le agradecemos a las autoras de la investigación por permitirnos publicar este trabajo. Hacemos la aclaración que aún está en desarrollo, por lo que uno o varios datos podrían cambiar sustancialmente en el futuro.



 

Por:

Alejandro Alfaro Barrantes

Daniela Brenes Morera

Paula Monge Espinoza

Arianna Pereira Herrera


Resumen: Esta es una investigación cualitativa, de carácter exploratorio y descriptivo, que, mediante la aplicación y posterior análisis de contenido de entrevistas semiestructuradas,

aborda la manera en la que se conforman los procesos de decisión y realización del aborto inducido de las mujeres costarricenses del Gran Área Metropolitana, en un contexto en el que este tipo de aborto es penalizado.  En tal sentido, el trabajo profundiza en los factores que toman en cuenta las mujeresa la hora de decidir abortar, cuáles otros actores están involucrados en el proceso y cómo viven las mujeres la experiencia de abortar en la clandestinidad.


Abstract:

This is a qualitative research, of an exploratory and descriptive nature, that, through the application and subsequent content analysis of semi-structured interviews, addresses the way in which the process of decision and completion of induced abortion in costarican women is shaped, in a context in which this type of abortion is penalized. In that sense, the investigation deepens into the factors that women take into account when deciding to abort, which other actors are involved in the abortion process and how these women live the experience of abortion in hiding.


Palabras clave: Derechos reproductivos, interrupción del embarazo, aborto inducido, aborto inseguro, aborto clandestino, derechos de las mujeres, Costa Rica.


Keywords: Reproductive rights, pregnancy interruption, induced abortion, unsafe abortion, clandestine abortion, women’s rights, Costa Rica.


La interrupción voluntaria del embarazo y su importancia como tema, fue analizada desde varios escenarios: el marco legal que existe en Costa Rica, los estereotipos asignados a quienes lo practican y, por último, los contextos sociales y religiosos en los que está inmerso este procedimiento y que lo han convertido históricamente en un tema tabú.


En el Código Penal costarricense se establece que la pena para la mujer que consintiere o causare su propio aborto es de uno a tres años de cárcel o de seis meses a dos años de cárcel —esto último en caso de que el feto no hubiese alcanzado los seis meses de vida intrauterina— (1970). La única excepción que tiene esta ley está presente en el artículo 121, en el cual se estipula que el aborto no es castigado cuando la interrupción del embarazo se da de manera intencional para salvaguardar la vida y/o la salud de la mujer; a esto se le llama aborto impune o aborto terapéutico (1970).


El aborto impune, sin embargo, se ejecuta de manera muy poco frecuente en el país. Maroto (2010) explica que en Costa Rica, entre el 2002 y el 2006 se realizaron solamente 26 abortos terapéuticos (párr. 2), es decir que, de los 27 000 abortos que ocurren por año en Costa Rica (Gómez, 2008, p. 8) en ese período apenas unos pocos fueron ejecutados por la vía legal. Además de esto, la normativa actual está elaborada desde un enfoque moralista, relacionado con el contexto social y religioso del país, que concede especificaciones asociadas, por ejemplo, al honor. En la ley se especifica que si el aborto es cometido “para ocultar la deshonra de la mujer” la condena sería menor, e iría de tres meses a dos años en prisión” (1970).


Los escenarios mencionados obstaculizan la obtención de datos concretos, empobreciendo así las investigaciones realizadas sobre el tema, lo que conlleva a que se cree un vacío de conocimiento sobre el mismo. Prueba de esto es que las últimas cifras mostradas por la Asociación Demográfica Costarricense corresponden a un informe realizado hace más de 10 años. En el mismo, se estima que en el país existe “una tasa de 22,3 abortos por cada mil mujeres en edades entre los 15 y los 49 años” (Gómez, 2008, p. 8), sin embargo, no ilustra el contexto social y emocional que las llevó a tomar la decisión, ya que las características fueron asignadas según la percepción de profesionales en salud y no a través de entrevistas personales.


Habiendo mencionado la relevancia del tema, cabe aclarar que este artículo tiene también un aporte teórico, ya que busca incidir en los vacíos de información actualizada referente al aborto en Costa Rica, a través de la reflexión y profundización sobre el tema, sus causas y las condiciones en que se practica. Además, a partir de su desarrollo, se podrá construir un perfil más robusto a nivel cualitativo de las mujeres que acuden a la interrupción de su embarazo, compartiendo la visión de que “conocer el número de abortos inducidos que se realizan en Costa Rica (...) es importante, más no suficiente para comprender la verdadera dimensión que tiene esta situación en la vida de las mujeres” (Maroto, 2010, p. 7)


También es importante mencionar la relevancia con la que carga este tema en la sociedad costarricense actual, ya que en el país, en el último año, la discusión sobre éste ha ido aumentando gracias a diferentes factores, entre ellos las elecciones presidenciales y el debate que se ha dado acerca de su legalización en Argentina. Esta discusión ha traído consigo la agrupación y manifestación de diversas personas y sectores de sociedad civil, ya sea a favor o en contra del aborto. En enero del presente año el Centro de Investigación en Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica realizó una encuesta de opinión sociopolítica, en la que se preguntó sobre la posición con respecto al aborto inducido a causa de violación sexual, esta tabla, la cual será analizada más adelante en el trabajo, señala que un 32% de la población costarricense aún se encuentra en contra del aborto inducido en caso de violación. Esto último nos ayuda a entender la necesidad de informar sobre el tema en una sociedad tan conservadora como la costarricense.


Como objetivo general de la investigación se planteó caracterizar el aborto inducido en Costa Rica, tanto su práctica como quienes lo practican, a partir de las experiencias de mujeres del Gran Área Metropolitana que hayan decidido interrumpir su embarazo de esta forma entre los años 2005 y 2015, con el propósito de promover la reflexión acerca de esta problemática. A la vez como objetivos específicos se planteó primeramente conocer la situación de la práctica del aborto inducido en Costa Rica, seguidamente describir el proceso de la interrupción del embarazo ilegal, desde la obtención de la información hasta la práctica mediante el análisis de las vivencias personales de mujeres que han pasado por todo este proceso, también se plantea analizar qué otros actores además de la mujer tienen un papel en el proceso de interrupción ilegal de un embarazo, y por último identificar las fuentes mediante las cuales las mujeres costarricenses obtienen información acerca de cómo abortar.


Las preguntas de investigación que nos planteamos a la hora de realizar la investigación fueron las siguientes, ¿qué factores influyeron en que tomaran la decisión de abortar, cuál era su contexto?, ¿de qué manera se informaron acerca de sus opciones para realizarse un aborto inducido en un país en el que es ilegal?, ¿cómo vivieron estas mujeres el proceso de interrupción de su embarazo?


La metodología que planteamos utilizar para esta investigación son siete entrevistas a profundidad con mujeres que han abortado clandestinamente en el país del año 2005 al 2015. Escogimos esta técnica porque es la que nos permite abordar mejor el tema y cumplir con nuestros objetivos, tanto el general como los específicos, al proporcionarnos una interacción íntima que va más allá de un simple intercambio de ideas y nos permite tener un mayor acercamiento hacia la vida y experiencia de estas mujeres.  


Para la revisión bibliográfica se buscó información relacionada al tema que hubiera sido publicada lo más recientemente posible, sin embargo, al tratarse de una práctica ilegal, la recaudación de datos se dificulta considerablemente. Ante disponibilidad insuficiente de referencias costarricenses que incluyeran datos actualizados, se decidió incluir también referencias de países latinoamericanos, por la similitud de los contextos sociales de la región, y se determinó una limitación temporal de documentos publicados entre el periodo 2007-2017. La falta de información acerca del tema representa un vacío que evidencia la necesidad de estudiarlo.


El análisis de esta bibliografía dio paso a la determinación de los cuatro ejes temáticos de esta investigación: la historia de la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo en la región de América Latina y el Caribe, el proceso de la decisión de abortar, las condiciones en las que ocurre el aborto inducido y el contexto actual costarricense.


En cuanto a la historia de la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo en la región de América Latina y el Caribe, a nivel mundial, esta es la región con las legislaciones más restrictivas respecto al aborto, lo que, según Valenzuela et. al (2017), influye en que allí se realice la mayor cantidad estimada de abortos inseguros a nivel global (p. 1108). Es decir, pesar de las restricciones legales, las mujeres no han descartado la práctica del aborto, y al ser estos realizados clandestinamente, se exponen a riesgos en varios niveles, tales como: físicos, psicológicos, sociales y jurídicos. (Ariza, Bohórquez, Brown, Chávez, Díaz, Morán, López, Pecheny, Petracci, Ramón, Ramos y Zamberlin, 2015, p.22).


Únicamente en Uruguay, Cuba, Guyana y México el aborto está despenalizado en su totalidad. En el caso de México, esta normativa rige únicamente en el Distrito Federal. Por otro lado, en Chile, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana existe una penalización total del aborto. En el restante de países, que representan la mayoría, se maneja una penalización de tipo parcial y causal. Respecto al aborto terapéutico, en algunos se permite la interrupción del embarazo solo cuando peligra la vida o salud de la mujer. Dentro del último caso se encuentra Costa Rica. (Ariza et al., 2015, p.157) (Ver Tabla 1 en Anexos).


La Asociación por los Derechos Civiles y Grupo de Información en Reproducción Elegida (2012) afirman que la mayoría de estos Estados promueven políticas públicas “limitadas y sesgadas” en temas de derechos reproductivos, principalmente debido a la fuerte influencia religiosa, moral y fundamentalista por parte de estos sectores de la población. (p.12). Sobre esta materia, Fuentes (2014) señala que “toda regulación con respecto a los órganos sexuales y reproductivos de las mujeres expresa una política de transformación del sentido dado por el patriarcado a esos órganos.” (p.20) Es decir, la aprobación de políticas y normativas que beneficien a las mujeres y les garanticen sus derechos sexuales y reproductivos representan una oposición a un sistema establecido.


Respecto al proceso de la decisión de abortar, abortar en un país en el que el aborto es un crimen es decidir pagar para realizarse un procedimiento con el que indiscutiblemente se asume el riesgo no solo de enfrentar un proceso penal, sino también el riesgo de que dicho procedimiento se realice de manera insegura y traiga consigo complicaciones posteriores; porque se prefiere eso a continuar con un embarazo. Las razones por las cuales las mujeres que se practican un aborto llegan a considerar esta opción las analizan Maroto (2010) y Richards (2013), ambas mediante investigaciones cualitativas a partir de entrevistas a mujeres que pasaron por el proceso.


Maroto (2010) expone que al momento de la noticia del embarazo todas las mujeres se encontraban en relaciones de pareja, e indica que este dato llega a romper de alguna manera el estereotipo de que las mujeres que recurren a abortos inducidos son mujeres solteras que llevan una vida sexual irresponsable y buscan una salida fácil del embarazo no deseado (p.30). La autora argumenta además que los embarazos no deseados pueden ocurrirle a “cualquier mujer” sin importar el nivel de información sobre métodos anticonceptivos, el empoderamiento, la religiosidad, el nivel académico, la zona de residencia o el tipo de relación afectiva (p. 30), información que confirma el Ministerio de Salud (2016) en II Encuesta nacional de salud sexual y salud reproductiva Costa Rica 2015 en la que muestra que de las 1659 mujeres de edades entre los 15 años y los 49 años entrevistadas en las 6 regiones de planificación del país, el 49,8% no deseaba su último embarazo (p. 24).


Richards (2013), por su parte, elabora acerca del papel que cumplen los progenitores en el proceso de decisión, ya sea que no es buscado y parece no ser necesario ante este nuevo escenario (p.76), que incentive la continuación del embarazo por considerar el aborto como algo negativo y/o por considerarse a sí mismo lo suficientemente estable económicamente, que deje claro que desea que la entrevistada interrumpa el embarazo, o que se muestre ambivalente entre ambas opciones (p.77). La autora desarrolla además sobre la acción de las mujeres entrevistadas de comunicar la noticia de un embarazo que ya se tiene claro que va a terminar en aborto, que implica necesariamente escuchar las valoraciones que otros tengan al respecto y que, por ser un acto penalizado, sólo permite informar a quienes son percibidos como confiables y capaces de guardar el secreto (p. 79) o personas que se hayan practicado un aborto o conozcan sobre métodos para abortar (p.80).


Entre los resultados de las investigaciones de Maroto (2010) y Richards (2013) se encuentran varias semejanzas. Richards destaca entre las razones mencionadas para llevar a cabo el procedimiento, que para estas mujeres el embarazo se gesta en un contexto donde no hay cabida para él, no estaba previsto, ni planeado, se instala como un evento que rompe sus esquemas y la lógica de sus vidas (p.79), de igual manera Maroto indica ésta como la razón más común, que la maternidad no era parte de su proyecto de vida en ese momento y que se sentían muy jóvenes como para asumirla (p.35). Por otro lado, en ninguno de los dos trabajos las entrevistadas mencionan el dar en adopción como una opción.


Además, Richards (2013) señala que las mujeres entrevistadas consideraron el aborto como una opción desde la sospecha del embarazo, a pesar de tener dudas (p. 73), y Maroto halla en sus entrevistadas una postura similar ya que que la gran mayoría de estas indicó haber tenido claridad en su decisión de interrumpir el embarazo, incluso antes de haberlo confirmado (p.35). Es decir, a pesar de que el aborto se encuentre tipificado como delito, no deja de establecerse como una alternativa válida para las mujeres embarazadas que no desean tener hijos. Según Singh et al. (2017), los abortos inducidos ocurren igual de frecuentemente en los países en los que el aborto es permitido libremente como en los países en los que el aborto no es permitido del todo o solo es permitido para salvar la vida de la madre (sección de Abortion incidence, párr. 3).


Sobre las condiciones en las que ocurre el aborto inducido, en el informe realizado por Singh et al. (2017) para el Instituto Guttmacher se estima que de todos los abortos que ocurren en el mundo, 55% son seguros, es decir, que son realizados por un proveedor entrenado apropiadamente utilizando uno de los métodos recomendados; 31% son menos seguros, o sea, que o el proveedor o el método no cumple con los criterios mencionados; y 14% son inseguros, es decir, que ni el proveedor ni el método cumplen con los criterios mencionados (sección de Abortion Safety párr. 2). Además, concluye que entre más restrictivo sea el entorno legal, más alta es la proporción de abortos inseguros (sección de Abortion Safety párr. 4). A lo que el Consorcio Latinoamericano contra el Aborto Inseguro (2010) agrega que, en contextos restringidos por la ley, el aborto está asociado con mayor riesgo y su seguridad está estrechamente vinculada con la condición socioeconómica de la mujer, es decir, el aborto inducido seguro tiene un costo mayor, lo que ocasiona que aquellas en condiciones de pobreza no puedan costearlo y recurren a otras opciones menos seguras ( p. 2).


En cuanto a los métodos que se utilizan para inducir el aborto, el estudio del CLACAI (2010) clasifica como métodos peligrosos: la inserción de objetos puntiagudos (una aguja de tejer, un gancho, un catéter, etc.), líquidos (agua con jabón, vinagre) o químicos (permanganato de potasio) dentro de la vagina o el útero; así como la ingestión de sustancias acídicas, productos cáusticos o tés herbales; y la aplicación de trauma físico externo para producir contusiones en el útero. Métodos que además, menciona, son recurrentes sobretodo entre las mujeres en condición de pobreza en América Latina (p. 2).


Este mismo estudio también declara que en la región de América Latina el método del aborto con misoprostol se utiliza cada vez en países donde el aborto no es permitido por la ley (p. 4). Con respecto al misoprostol, Távara et al. (2008) indica que en América Latina existen hasta 17 marcas comercializadas de este medicamento, y que en Costa Rica solo está presente una de ellas, Cytotec, que requiere de receta médica para ser adquirida (p.11), lo que ocasiona que para las mujeres que buscan interrumpir su embarazo, el medicamento sea de difícil acceso y su obtención implique un costo superior en comparación a otros países, posiblemente por el hecho de que las personas que lo venden, lo adquieren informalmente (p. 24). El alto costo económico del medicamento y lo complicado que puede ser conseguirlo ilegalmente es un factor que lleva a las mujeres a optar por opciones menos seguras (p. 25).  


Gómez (2008) indica que en Costa Rica se identificaron como los métodos más usados para inducir el aborto el uso del misoprostol vaginal un 96,3% y oral un 92.5%, la dilatación del cuello uterino y el curetaje (también conocido como legrado uterino) un 61,3% y la aspiración manual endouterina (AMEU) 42,5% para las áreas urbanas; y el uso del misoprostol vaginal 53,8% y oral 52,5%, la dilatación del cuello uterino y el curetaje un 33,8% y el AMEU un 20% para las áreas rurales (p. 21).


Por lo que corresponde al contexto actual costarricense, la presente investigación surge en un momento histórico que no se puede obviar para el desarrollo de la misma. Como se mencionó al inicio del documento, a nivel jurídico Costa Rica permite el aborto terapéutico, sin embargo, éste no es un derecho garantizado para las mujeres costarricenses, puesto que no existe una norma técnica que especifique las condiciones en las que se puede y debe practicar, y en qué casos concretos; y sin una normativa que rija, queda a criterio de los centros médicos o del mismo personal determinar si una mujer califica o no para que se le practique un aborto dentro del marco de la ley. Como en los casos de Ana y Aurora, dos mujeres a quienes se les negó la praxis de una interrupción de sus embarazos, que demandaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y con quienes el estado costarricense se comprometió, en el 2015, a crear una Comisión Interinstitucional para la elaboración y aprobación de una norma técnica del aborto impune (Ministerio de Salud, s. f.). Norma técnica que a finales del 2018 no se ha aprobado.


A inicios del 2018, Costa Rica tuvo las elecciones presidenciales y legislativas, en las que el aborto fue uno de los temas presentes en la discusión. El candidato oficialista, Carlos Alvarado Quesada, se pronunció a favor de una normativa que regulara el aborto terapéutico (Madrigal, 2017). Este compromiso con la aprobación de la norma técnica fue reafirmado a través del pacto efectuado con al ahora Ministro de Presidencia, Rodolfo Piza, según informó posteriormente el Diario Extra en julio del 2018 (párr. 5). Sin embargo, una vez que asumió la presidencia, dio declaraciones en las que establecía que el aborto no era un tema prioritario para el país, que se deberían enfocar las discusiones en temas como el déficit fiscal y seguridad, y que la norma técnica se firmaría cuando él y su gabinete lo consideraran pertinente (Pérez, 2018).


En el ámbito legislativo, el medio El Mundo CR reportó que solo 3 de 57 congresistas están a favor de la despenalización total del aborto; Paola Vega Rodríguez, Enrique Sánchez Carballo y José María Villalta Flórez-Estrada (Pérez, 2018). Además, en agosto de este mismo año el Centro de Investigación en Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) hizo una encuesta a nivel nacional en la que encontró que el solo el 55% de la población está a favor del aborto terapéutico, aun cuando este es legal desde hace décadas (Artavia, 2018).


Tomando en cuenta dicho contexto, se realizó un estudio cualitativo que permitiera caracterizar a las mujeres que han abortado. Debido a la ilegalidad que implica la acción, no existen datos certeros sobre la totalidad de la población, sin embargo, se contó con una muestra de siete mujeres, residentes del Gran Área Metropolitana, que hubiesen interrumpido su embarazo dentro del período 2005 al 2015. Gracias a la información obtenida, a continuación, se elabora un estado actualizado de los rubros seleccionados.


Educación sexual

La mayoría de las participantes consideraba que poseía, al momento del aborto, un grado de educación sexual de moderado a alto. Únicamente una de las participantes aseguró tener un conocimiento nulo, debido al tabú que representaba este tema en su núcleo familiar.


Dicha educación fue obtenida a través del internet, la universidad, información difundida por colectivos y organizaciones no gubernamentales, así como sus amistades. Cabe resaltar que ninguna de las mujeres entrevistadas indicó haberse educado gracias a la escuela o secundaria, y solamente una mencionó a su madre como fuente de información y educación sexual.  


Gracias a sus niveles de conocimiento, al mantener relaciones sexuales, cinco usaban condón, una usaba pastillas anticonceptivas, una estaba transicionando de pastillas al anillo vaginal y una no utilizaba ningún tipo de protección.


En uno de los casos, a pesar de utilizar condón con su pareja, el embarazo se dio producto de una violación por parte de otro hombre, por lo que no tuvo control sobre la situación. Para otra de las participantes -que tenía 16 años en el momento- el embarazo ocurrió producto de un abuso por parte de su pareja en el momento, el cual tenía 7 años más que ella. Por último, otra de las mujeres entrevistadas, solía utilizar protección con sus parejas sexuales, sin embargo, su pareja en ese momento se quitó el condón sin su consentimiento y no consiguió practicar el método de eyaculación fuera del coito. Por estos motivos, se considera su nivel de educación como un factor no influyente en los embarazos.


Obtención de la información para abortar

A la hora de obtener la información para llevar a cabo el aborto, las principales fuentes de información fueron recursos de internet, así como experiencias de otras mujeres cercanas que ya habían abortado o conocían a alguna persona que lo había hecho. Cabe mencionar que tres participantes se involucraron sólo parcialmente en la obtención de información, ya que su pareja en ese momento investigó en internet los posibles métodos, realizó la compra de los tratamientos y coordinó su obtención.

Por otro lado, cuatro de las entrevistadas iniciaron una búsqueda online de manera personal en la cual encontraron, además de información y algunos testimonios, opciones de venta de tratamientos y posibles complicaciones. Cabe resaltar que todas las participantes que optaron por este método de recopilación de información reconocieron el privilegio que constituye haber contado con el recurso del internet y el manejo del inglés, ya que la mayoría de datos y anécdotas se encontraban en dicho idioma y en esta fuente. Una de las mujeres añadió que tuvo una experiencia negativa con una fuente en internet, la cual pedía datos personales y posteriormente agendaba una cita con la interesada en una clínica. Al asistir, dicha clínica no era tal, sino que era una casa en la que personas religiosas mostraban una serie de imágenes y videos a las mujeres para persuadirlas de no interrumpir su embarazo.


Dicha experiencia generó miedo e inseguridad a la participante, ya que al contar con sus datos personales -por ejemplo su cédula- temía que fueran a denunciarla legalmente. Aseguró además que posterior al encuentro presencial, le llamaban constantemente para convencerla de no practicar el aborto.

Dos de las participantes adicionalmente encontraron redes de mujeres o colectivos feministas que proporcionaban información además de opciones para la entrega de tratamientos abortivos, tanto fuera como dentro del país.

Toma de decisión

  • Aspiraciones personales

Uno de los factores más mencionados por parte de las entrevistadas cuando se les cuestionó sobre cuáles habían considerado cuando tomaron la decisión de interrumpir sus embarazos, fue su futuro personal y profesional. Para todas las mujeres que participaron del estudio, tener metas que no incluían ser madres fue una razón de peso. Todas a excepción de una estaban estudiando, y querían seguir haciéndolo. La más joven, con 16 años en el momento, estaba en el colegio, y tenía planeado terminarlo y buscar perseguir una carrera universitaria. Otra, de 18 años, se encontraba en su primer año de universidad, y tenía ideado irse al extranjero a sacar una maestría cuando terminara el bachillerato. Las demás tenían situaciones distintas y específicas para cada una, pero todas con un punto en común: ser madres no era algo que tuvieran dentro de sus planes, y que, al contrario, detendría o retrasaría estos, es decir, significaría ponerle una pausa a su crecimiento personal y profesional, u olvidarse de este del todo.


  • Condición socioeconómica

Seguidamente, el segundo factor de mayor peso en la toma de la decisión es el tema socioeconómico. Varias de estas mujeres no trabajaban tiempo completo, o del todo, por lo que no tenían ingresos propios, y ellas mismas dependían económicamente de una tercera persona, en estos casos un familiar. Una de las que sí trabajaba tenía ingresos de entre 200 y 400 mil colones mensuales, con lo que ella dice que le hubiera sido posible mantener al bebé de haberlo tenido, pero que su pareja no tenía ingresos suficientes para compensar la otra parte necesaria.


En el caso de una mujer que se encontraba sacando bachillerato por madurez, ella venía de un hogar de clase media-baja y dijo que el asunto financiero fue lo más importante para decidir abortar, porque no le iba a poder dar al bebé una vida mejor que la sus papás le dieron a ella, y que siendo así, no veía sentido en tenerlo. Para otra, quien tenía una situación económica más estable, con universidad completa y trabajo tiempo completo que le generaba ingresos de más de 400 mil pero menos de un millón de colones mensuales, dijo que de igual manera, no podía hacerle frente a los costos de criar una hija o un hijo, e incluso tuvo que recurrir a apoyo económico por parte de su pareja para poder costearse el aborto.


  • Otros actores involucrados

Los tres principales vínculos que puede formar una mujer con estas condiciones radican en su familia directa, su pareja y sus amistades, y pueden tener un peso importante en el momento de tomar una decisión como la de terminar un embarazo voluntariamente. Desde si ella les informa o no sobre la posibilidad de abortar, hasta si estas personas la acompañan en el proceso, los lazos interpersonales que tenga una mujer son factores cuya influencia debe tomarse en cuenta al momento de estudiar cómo es el proceso de toma de decisión.


En la mayoría de los casos estudiados, la familia no representa una red de apoyo importante para las mujeres que están en el proceso de abortar. Las mujeres no consideran que sus núcleos familiares hayan influido de alguna manera en la decisión que tomaron, y que si lo hicieron, lo hicieron indirectamente y las impulsaron más hacia abortar que hacia no hacerlo. A esto es importante agregar que uno de los motivos más mencionados por los que no discutieron ni siquiera el embarazo en sí con sus familias, son los prejuicios religiosos. Varias de las mujeres cuando describieron cómo era su relación con sus familias en el momento del embarazo, señalaron el conservadurismo, comúnmente asociado a la religión, sobretodo la católica,  como uno de los factores más importantes por los que nunca les mencionaron nada del proceso, o lo hicieron hasta varios años después. Siendo esto así, aunque cada caso es diferente, la familia no representa una entidad que influya en mayor medida a las mujeres en su proceso de elección, y mucho menos un soporte durante la interrupción del embarazo y los momentos posteriores a ésta en los que ese soporte es necesario.

Este comportamiento, sin embargo no se replica con sus parejas, quienes se identificaron, después de las mismas mujeres, como los actores con mayor influencia tanto en la toma de la decisión como en el procedimiento del aborto en sí. Algunas tomaron la decisión en conjunto con su pareja, y esta las acompañó durante el tiempo que fue necesario.      


En algunos casos, incluso, fue su pareja la persona encargada no solo de cubrir los costos económicos del aborto, sino también de encontrar la información necesaria para poder llevar a cabo el procedimiento, sobre lo que se detalla más adelante.  Con otras, la pareja influyó en el sentido de que estas mujeres no querían tener la tarea de la crianza de un bebé con ese compañero, que éste no tuviera los recursos económicos necesarios para poder hacerse cargo, o que incluso su pareja les dijera explícitamente que no planeaba hacerle frente a los costos y la responsabilidad de tener un hijo o una hija, y que les tocaría a ellas cargar solas con todo el peso afectivo y económico que significa tener un bebé.


Varias de las mujeres describieron la relación que mantenían con su compañero usando términos como abusiva, tóxica y, a grandes rasgos, inestable, circunstancias que tomaron en consideración cuando decidieron terminar sus embarazos. A lo anterior resulta importante agregar que dos de estas mujeres hicieron la salvedad de decir que en el momento de la relación consideraban que era un vínculo saludable, pero que ahora reconocen que la realidad no era así, posiblemente porque ambas eran verdaderamente jóvenes en el momento de los abortos (16 y 20 años).


Por otro lado, la situación con respecto a las amistades es compleja porque hay varios escenarios que se plantearon. Algunas de las mujeres, al igual que con su familia, no le comentaron a ninguna amiga o amigo sobre el embarazo o el aborto. De las que sí decidieron comentarlo con alguien más, dos de ellas recibieron respuestas negativas, sus amigas les dijeron que no lo hicieran y que se dejaran el bebé. Esto, sin embargo, no influyó en la decisión final que tomaron. Para las otras dos mujeres, sus amistades sí jugaron un papel más activo en el proceso. Una de ellas lo comentó primero con un amigo, y luego con una amiga que ya había antes abortado para que le ayudara con el procedimiento y la acompañara durante este, cosa que ella hizo, y ambas amistades estuvieron presentes durante el desarrollo de la situación. Por último, para otra mujer sus dos mejores amigas fueron quienes se encargaron por completo del proceso. Sus opiniones sobre si debía hacerlo o no no influyeron en su actuar, pero tener el apoyo de ellas sí fue un factor importante para poder hacer el proceso más llevadero.


Proceso de la interrupción del embarazo

El proceso como tal involucró particularidades específicas en cada caso. El método utilizado por la totalidad de las participantes, fueron las pastillas en diferentes presentaciones; en su mayoría obtenidas por parte de vendedores independientes y confidenciales. En tres de los casos, el primer intento utilizando dichas pastillas no fue efectivo, por lo que tuvieron que realizar nuevamente el proceso. Una de las mujeres tuvo tres intentos fallidos vía pastillas, por lo que finalmente tomó la decisión junto a su pareja de realizar un último intento en la Ciudad de México a través del método de aspiración.   


Gracias a la información recopilada, ya sea por ellas mismas o por sus compañeros en el momento de la interrupción, existía una noción por parte de las participantes acerca de los posibles síntomas que podían experimentar. Por este motivo, dos de las participantes midieron su temperatura con un termómetro, otras esperaron el sangrado en compañía de sus parejas y/o amistades y compararon los residuos y síntomas con los descritos en testimonios web.


Para comprobar que el aborto había sido efectivo, el método más empleado fue la realización de un ultrasonido en clínica privada, así como el acudir a un hospital público asegurando que el aborto se había dado de manera espontánea y querían revisar cómo se encontraba todo.  Especialmente en los casos que tuvieron más de un intento fallido, el seguimiento médico representaba algo importante, no sólo para asegurarse de que la interrupción fuese efectiva sino también para procurar que no se dieran consecuencias físicas a largo plazo.


Conclusiones

Gracias al estudio realizado, fue posible obtener un panorama más amplio acerca de la realidad del aborto clandestino en Costa Rica y cómo este es experimentado por quienes lo han practicado. Este mostró la diversidad de escenarios en que puede darse un embarazo (por relaciones sexuales consensuadas tanto como violaciones), el grado de influencia que tuvo la educación sexual recibida, así como los factores de mayor relevancia para la toma de la decisión final, comprendidos especialmente por el futuro y las aspiraciones personales.


Si se presta atención a las condiciones socioeconómicas de las participantes, así como su nivel de educación sexual y los intentos requeridos para que el aborto fuera efectivo, es posible comprender que la interrupción del embarazo es un tema de clase. Con respecto a la obtención de información sobre las opciones posibles de aborto, la brecha digital, por ejemplo, es un factor que podría haber impedido la obtención de información pertinente a mujeres que no contaran con internet. Además, de no saber el idioma inglés, a pesar de encontrar recursos, algunos de ellos se encontraban fuera de su acceso.


A la hora de tomar la decisión, incluso al haber realizado por diferentes medios una investigación, la obtención de las pastillas fue valorada por las entrevistadas en un precio estimado de ₡300,000, lo cual, para algunas de las participantes representaba el aproximado a un mes de salario y para otras, más que el total de los ingresos mensuales. Por este motivo, el fenómeno no puede observarse como un tema aislado sino como un resultado de múltiples factores socioeconómicos y educativos que interfieren con las condiciones en que se aborta y el éxito o fracaso de los procedimientos.


Por otra parte, uno de los principales problemas encontrados a la hora de realizar esta investigación fue que, gracias a la naturaleza complicada del tema, lograr aplicar varios de los diferentes recursos cualitativos resultó un reto, ya que de aplicar algunos de ellos no se iba a llegar a los resultados que se necesitaba para la investigación, por lo que se terminó recurriendo solamente al uso de entrevistas a profundidad para cumplir con los objetivos propuestos, lo que, por sí mismo, terminó siendo otro reto, porque encontrar a mujeres que quisieran compartir su experiencia pasando por un procedimiento que en el país es un crimen no es tarea sencilla.


Otra limitación encontrada a la hora de la realización de la investigación fue la poca presencia de material bibliográfico previo sobre el tema, lo que nos hizo tener que buscar más arduamente para poder conseguir información certera que nos apoyara a fomentar nuestra investigación. Este vacío de conocimiento viene principalmente en el contexto costarricense, ya que en el país son muy pocas, por no decir nulas, las investigaciones que se han hecho sobre el aborto, lo que hizo que lograr contextualizar la investigación con fuentes resultara un reto.


Las preguntas que nos quedan pendientes de la investigación tienen que ver, sobretodo, con indagar más específicamente en cuestiones que mencionaron algunas de las entrevistadas. Algunas de estas son: ¿cuántas otras mujeres conocen las entrevistadas que también se hayan realizado un aborto?, ¿cuál fue la primera vez que as entrevistadas escucharon acerca de abortos en Costa Rica y cuáles eran sus opiniones al respecto antes de pasar ellas mismas por la experiencia?, ¿cómo es el proceso de abortar con misoprostol, conocían ellas lo que iban a experimentar, se habían informado de las posibles complicaciones?


Como recomendaciones para alguien que desee realizar una investigación de este tipo en el futuro creemos que es importante primeramente tratar el tema de una manera ética y a la hora de aplicar técnicas cualitativas saber cómo hacerlo y abordar el tema de una manera segura y que no haga que las personas implicadas se sientan inseguras o incómodas. Otra recomendación que creemos relevante mencionar es que al abordar el tema no se deje que las opiniones o percepciones personales sobre el tema dañen los objetivos que se plantearon de la investigación, tratar de ser objetivo a la hora de realizar la investigación y tratar en la medida de lo posible de abordar el mismo de una manera neutra. Por último, para investigaciones futuras sobre el tema sería un gran aporte investigar cómo viven el aborto las mujeres que residen fuera del Gran Área Metropolitana y cómo afecta su lugar de residencia el acceso a opciones seguras para realizarse un aborto; o profundizar en el tema de cómo obtienen las mujeres la información para abortar, sobretodo en zonas de menor acceso a internet.


Anexos

Anexo 1. Mapa basado en la tabla referente a la legalidad del aborto en cada país de Latinoamérica.

Mapa 1. Marco legal del aborto de cada país latinoamericano. Diseño: Editorial Estudiantil.

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